jueves, 7 de julio de 2011

Una tarde de primavera

    Una tarde de primavera, calurosa y asfixiante, casi al borde del verano. Tres amigas se sientan en un banco, el paisaje podría antojársele idílico a algunos, común a otros. La vegetación abunda a su frente, a veces salvaje, otras pensada. Caminos de albero y algún edificio como sacado de otra época se enfoca a lo lejos. Tras ellas, el bullicio y el ajetreo de cientos de coches al pasar, pero no lo escuchan.

    Una se apoya relajada sobre el respaldo, las otras dos se inclinan expectantes durante la conversación. Tres botellas de coca-cola les hacen compañía. Las jóvenes se hacen confidencias, ríen y discuten; a veces conscientes y otras ajenas. Una persona pasa por un camino cercano, ellas la observan, él las observa. Curioso momento para pararse a charlar un rato, deben estar locas. Están seguras de que ha debido pensar algo por el estilo. Las tres cómplices, se rien. Es la una y media del mediodia, sin duda tiene razón.

    El tiempo avanza, pero no les importa. Su conversación sigue y fluye, en ocasiones profunda, en otras ligera. El tono agudo de la más pequeña se eleva un instante, la pausa voz de la que se encuentra a su derecha la reprende; la profunda nota de la que está a su izquierda la acompaña.

    Una sutil melodía que envuelve tres caracteres distintos; cual partitura perfecta se eleva sobre el ambiente. Agudos, graves, un falsete...la música sigue a oídos de unos como vulgar conversación a oídos de otros.

    Una cigarra canta a lo lejos, pero el denso clima no se siente en absoluto pesado. La coca- cola va y viene. De los labios a las manos, de la botella a la boca. Refresca el cuerpo como las palabras sus almas. Dentro de poco, tal vez sus mentes olviden ese momento.

    La conversación gira, se vuelve oscura, y de nuevo emerge de las profundidades. Siempre es así, singular armonía de tres. Iguales pero distintas, siempre dos a dos, únicas juntas y destinadas a estar separadas. Ellas lo ignoran, dejan a sus retazos todo el trabajo.

    La voz aguda se silencia un momento, levanta ágilmente su coca-cola y deja que el líquido fluya por su garganta. La chica a su izquierda llama su atención. Su discurso se aproxima a un final inesperado. En la última palabra una carcajada despunta al mismo tiempo que el liquido intenta bajar.

    Imposible, piensa la figura menuda con la vista fija en ella. Se gira conteniendo la respiración y da rienda suelta a su risa. Sobre el incesante regocijo la sensación de las burbujas subiendo por la nariz aun permanece. Pero es mas importante el momento.

    Las tres ríen, libres de todo, como probablemente nunca mas lo harán...

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