domingo, 3 de agosto de 2008

El Despertar

Todo pareció nublarse; por un momento la oscuridad se cernió sobre mí. El frio empezó a calarme en los huesos mientras la sangre se deslizaba por las mejillas. ¿Donde estaba? No era capaz de reconocer el lugar. Alcé la vista del suelo, donde me encontraba arrodillada intentando sofocar el intenso dolor que sufría... _La luna_ al menos eso si lo reconocia, una inmensa luna llena presidia un cielo despejado_ la luna...la luna..._ El frio suelo abrazó mi cuerpo cuando este se desplomó.

_ ¡Hey! ¡Parece que nuestra amiga se esta despertando!_ una voz grave resonó lejana en mi mente.

La cabeza me daba vueltas mientras intentaba abrir los ojos; la luz del día me cegó. Algo me cubría. Intenté incorporarme sin éxito.

_ No, no. Señorita usted no puede levantarse aún_ Ordenó una voz mucho más dulce que la anterior.

_¿Dónde..._ mi voz se perdió como un susurro en la lejanía, notaba a boca seca, pastosa... volví a cerrar los ojos y me perdí en el murmullo de lo que parecía ser un campamento.

No se cuanto tiempo estuve en ese estado, solo sé que cuando desperté, la luna estaba menguando.

_Poco a poco_ volvió a decirme la voz dulce. Pude reconocer entonces que se trataba de una mujer. Sus brazos me ayudaron a incorporarme hasta llegar a estar sentada, apoyada sobre el tronco de lo que parecía ser un majestuoso árbol. Pero la luz de la hoguera que ardía en el centro la escena no me permitió ver sus rasgos.
Entonces alguien se aproximó hacia donde nos encontrábamos, dejando tras de si el fuego.

_ ¡Cuidado Herg! _dijo la mujer
_ Perdona... solo quería saber como se encontraba nuestra pequeña amiga_replicó él.
_ Si, pero no tenias que hacerlo pisando todo el instrumental ¿verdad?.

En ese momento, oculta de la luz de las llamas pude apreciar los rasgos de la mujer que me había ayudado. Era una chica menuda, con una larga cabellera castaña recogida de una forma sencilla, pero que realzaba su belleza enmarcando su rostro con los bucles sueltos de su cabello. Aún así no era esto lo que resaltaba de ella, lo que realmente lo hacía eran sus grandes ojos azules; de un azul etéreo, casi fantasmal.

El hombre que se disculpaba, le sacaba una cabeza. Estaba vestido de forma extraña, o al menos eso creía; ya que la verdadera extraña era yo. El cabello le llegaba a los hombros, y era de un color desconcertante, el negro carbón que parecía ser la base del mismo transmutaba al reflejo del fuego y parecía arder en un rojo vivo. Llevaba la barba rala un tanto descuidada...

_¡Ey! Vaan!! ¿Por que no le dices a Ireth que me deje en paz?_dijo en un último intento por evitar la reprimenda.
_ Yo no he hecho nada, ese es tu problema...deberías tener mas cuidado_ Y otra voz de hombre se desdibujo en el aire, de una forma calmada y casi insinuante.

Entonces, cuando la mujer, cuyo nombre parecía ser Ireth, consideró que el sermón había sido lo suficientemente asimilado, aquel hombre se retiró hacía el fuego y pude verle. Sentado a escasos metros de donde se había sentado Herg había un muchacho joven, con la vista perdida en el infinito parecía ignorar las murmuraciones del hombretón. Vestía con una túnica oscura, como la mas cerrada de las noches, con capucha, aunque ahora no la llevase puesta dejando al aire su pelo más o menos corto. No pude ver a nadie más alrededor.

Unos instantes después Ireth me ayudo a acercarme hacia el fuego. Me senté en un tronco viejo, y ella se coloco a mi lado.

_ Toma_ dijo ofreciéndome un cuenco con lo que parecía ser un poco de agua_ Lo necesitarás. Bebe_ ordenó.

Mientras observaba el translúcido líquido, vi reflejado algo en el que me inquietó. Era mi propia imagen, pero no la reconocía. ¿Quien era aquella chica de pelo tan rubio que casi parecía blanco? Lo único que reconocí fueron los ojos, de un verde intenso, casi de otro mundo. Realmente, ¿esa era yo?. Tras unos segundos bebí el líquido que Ireth me había ofrecido.

_ Muy bien, pequeña. Creo que tienes que contarnos algo ¿no?_ Dijo Herg con un brillo oscuro en los ojos. Pero al ver que no contestaba prosiguió_ Te encontramos en medio del bosque, sola, con una herida que casi te mata...¿seguro que no tienes nada que decirnos?

_ No se como he llegado aquí_ contesté.

_ ¿Eres una exiliada verdad?_ inquirió Herg.

_ ¿Exiliada? ¿Que es eso? _ repuse sorprendida.

_ Exiliada..._ interrumpió el muchacho que hasta el momento parecía ajeno a la conversación_ ... un ser mágico de otro mundo que ha sido repudiado_ y siguió contemplando el estrellado cielo.

_ Perdona_ intervino Ireth_ no pareces de este mundo, así que supusimos que podrías ser una exiliada.

_ Una exilada..._ la cabeza me daba vueltas_ ... sencillamente, yo, no lo sé... no recuerdo nada antes de que me encontrarais_ y así era, no podía recordar nada, porque estaba allí, quien era, que me había pasado... eran preguntas que se perdían en mi memoria, como en un pozo sin fondo.

_ Bueno, ¿al menos sabes como te llamas?_ preguntó Herg.

_ Gaidrel_ por extraño que pareciese eso si lo sabía, mi nombre.

_ ¿Como podemos estar seguros de que no mientes? ¿Si puedes recordar tu nombre porque no puedes recordar el resto?_ replicó Herg. Y un atisbo de inseguridad se dibujo en mi mente...

_No miente_ Se limitó a decir el muchacho. Y todo pareció estar en orden. El ambiente se relajó, y el aire se lleno de susurros de los susurros del bosque, hasta que Ireth habló:

_ Muy bien, en el estado en el que estás no puedes andar por ahí sola, así que sino te parece mal te quedarás con nosotros_ y sin esperar a mi contestación prosiguió_ El es Herg_ dijo señalando al hombre de pelo rojizo_ El es Vaan_ he hizo otro tanto señalando al muchacho_ y yo soy Ireth, bueno falta alguien más..._ se detuvo un instante y miró alrededor, después preguntó en voz alta:

_ ¿Alguien sabe donde diablos se ha metido Algor? Hace horas que debería haber vuelto...

domingo, 2 de marzo de 2008

Gaidrel

El cielo se teñia de un gris plomizo mientras avanzaban por el angosto camino. Era la tercera jornada de viaje, ya pasados los páramos desiertos de Angur, cuando divisaron a lo lejos lo que parecían ser las ruinas de una antiquísima ciudad. Conforme más se adentraban en el maltecho sendero podían ir apreciando los detalles de las grandes murallas llenas de un musgo de color verde intenso, que dejaba paso a las hojas de las enredaderas que se habían hecho con el lugar. A lo lejos, la enorme fortaleza que coronaba la colina aún mostraba su contundente presencia a todo aquel que osase posar sus ojos en ella. Aunque para ser sinceros, aquellos parajes no habían sido explorados en siglos. Les había costado bastante trabajo seguir el camino que su extraño guía había preparado para la expedición. Izcar era un hombre bajito, de unos cincuenta años, que parecía más un bufón de la corte que un experto guía, pero hasta el momento no tenían más opción que seguir sus pasos, ya que solo el conocía el camino hacia las tierras perdidas, o al menos eso decía él.

_ Tuvo que ser un bonito lugar_ comentó Eler, el joven guerrero con su eterna sonrisa en la cara parecía tener ganas de conversar.

Izcar levantó la cara del suelo.

_ Sí, lo fué._dijo con una extraña sonrisa dibujada en la cara_ Hace unos cuantos cientos de años...si, señor. Fue un hermosísimo lugar.

El resto del grupo prefirió no contribuir a la conversación, la jornada había resultado agotadora y las ultimas luces de la tarde empezaban a desaparecer por el horizonte.

_¿Que les parece señores, y señorita, por supuesto, si acampamos aquí esta noche?_ dijo nuestro guía señalando a un pequeño grupo de arboles unos metros más allá de donde nos encontrabamos.

Todo el mundo pareció estar de acuerdo con la decisión, y pronto el grupo se encontraba montando unl improvisado campamento. La noche había caido por completo sobre nosotros, de la hogera tan solo quedaban algunos rescoldos y todos descansaban sobre el gélido suelo. Bueno todos menos Eler, al cual le había tocado la primera guardia de la noche y yo, que por alguna extraña razón no podía conciliar el sueño.

Mientras observaba las ascuas de la hogera, meditabunda, sentí como si algo me llamara. Levanté la vista, y contemplé el antiguo palacio que se alzaba imponente frente a nosotros, a penas a algunos kilometros. El sendero nos había acercado bastante a él. Trás observalo unos instantes noté como un resplandor plateado parecía reflejarse en sus muros. Tal vez fuese eso lo que me estaba llamando... Cogí algo de abrigo y me dirigí hacia las oscuras ruinas. Pasé junto a Eler, que con los ojos semicerrados ni se percató de mi presencia. _Menudo guardia..._pensé. Pero realmente no importaba mucho, ¿quien iba a pasar por aquellos reconditos lugares? Nadie. Tal vez por eso no temí el hecho de adentrarme sola en las sombras de la noche, hacia un lugar totalmente desconocido para mí... solo tal vez...

Cuando llegué al patio del inmenso palacio la luna se hallaba en su cenit, casi totalmente menguada solo permitia apreciar lo desierto del lugar. Todo era muy extraño, parecía haber permanecido quieto en el tiempo, desde que quienesquieran que vivesen allí hubiesen decidido abandonarlo. Avancé sigilosamente hacia la gran escalinata que ascendia hacia el palacio, pero en el camino hasta esta algo llamó mi atención, en el suelo de piedra del inmenso patio se dibujaba un profundo hueco de forma semicircular en el suelo. Me arrodille y toque la superficie._Una batalla_pensé. Y proseguí hacia el interior del palacio.

Era un enorme palacio de forma rectangular, en cuyo centro se hallaba otro patio mas pequeño sobre el que volcaban todas las estancias y justo en la zona central del mismo se alzaba imponente una fuente, de la cual aun manaba agua. Era esta la que provocaba el reflejo en las altos muros enmarcaban lo que parecía ser el acceso a la sala del trono u algo similar. Me acerqué lentamente a la fuente y me senté en su borde observando, como hipnotizada sus aguas.

Permanecí allí horas, inmovil, observando y escuchando el suave correr de las aguas. Llegado un momento me pareció ver un reflejo acerado en ellas, de un frio acero...

_¿Quien eres?
_ Nadie.

El agua seguia corriendo, el tiempo tambien transcurrió...todo en un suspiro.

_¡¡¡Vamos pequeña!!!_ gritó una voz tras de mí, despertandome de mi letargo.
_ Te he dicho que no me llames así_ respondí.
_ Vamos, no te enfades, pequeña. Estabamos preocupados por ti. Eso de desaparecer en mitad de la noche no esta bien_ replicó en todo divertido_ El resto nos espera. Tenemos que seguir nuestro viaje.

Lo miré sin un atisbo de sonrisa en mi rostro, y abandoné ese lugar con una extraña sensación de nostalguía mientras los primeros rayos del sol teñian de rojo el horizonte. Al final del camino nos estaban esperando, ya con todo recogido. Tenía que seguir el viaje. Mientras nos alejabamos eché un último vistazo a aquellas ruinas...

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Bueno, espero que os guste. Hace mucho que no escribo...demasiado tiempo para mi gusto.