domingo, 15 de julio de 2007

Ya no somos nadie

Es curioso ver como las cosas nunca salen como esperas o exactamente como no querrias que sucediesen. Aún era de día y me encontraba más perdida que de costumbre, hacia cosas que habían quedado en el olvido y que mas que nada ya no formaban parte de mi forma de ser, o al menos eso fue lo que descubrí. Frente al espejo una imagen que hacía demasiado tiempo que no veía, familiar pero ajena me contemplaba con indiferencia y una tristeza en los ojos inusual para la ocasión. Esa mirada estaba vacía, vacía de sentimientos y vacía de sentido. ¿Qué estaba haciendo?¿Por qué lo hacía?¿Por qué no fuí capaz de reconocerme en ese espejo? Hace falta poco para comprender porque la que se miraba en esa superficie no encontraba sosiego en su reflejo a pesar de que otrora ahora distante encontraba la mayor satisfacción en esos escasos momentos. Ya no era lo mismo, no, todo era totalmente distinto...
Aún así, recoges todo del suelo, sonríes y sacas fuerzas de donde creías que no existían para afrontar una noche distinta a muchas otras.
El aire de la noche era fresco, corría cual suave brisa alborotando mis cabellos, pero poseía un matiz distinto, no habia olor a azahar ni a dama de noche, mas bien se reflejaba un sentimiento de ausencia, de algo perdido... a pesar de estar en compañía te sientes extrañamente solo y ajeno a lo que te rodea, todo lo que un día te vio crecer.
Acabé la noche en un lugar que suponía muy cercano y observando como todo lo que en otro momento conocí habia desaparecido y como todo lo que un día me gusto había quedado en mi memoria porque ya no existia, las personas que me rodeaban ya no eran conocidas y las que lo eran estaban tan cambiadas y ausentes como yo, no se si mas bien cabria decir que estaban igual de descolocadas ¿quién sabe? Terminé concluyendo en que "ya no somos nadie".

La que había en el espejo era yo, y al mismo tiempo una yo pasada; ahora sin objetivos, sin ilusión; al fin y al cabo una yo vacía y tremendamente sola. Así que sin más volveré a mi cajita de zapatos con sus paredes azules.

miércoles, 11 de julio de 2007

Fragmentos de una memoria perdida

Si, fragmentos de una memoria perdida, de cosas que queremos olvidar o que simplemente nuestra mente borra por pura conveniencia. Volviendo a una realidad que un día decidimos dejar atrás, apreciando en cada detalle olvidado lo que otro tiempo fuimos, lo que ahora somos.
Desordena tu vida, empieza a acumular en cajas de cartón todo lo que en algún momento te gusto, te hizo sonreír o te ilusionó. Derrama lágrimas de sangre, si es necesario, por todo aquello que dejaste y ahora no puedes recuperar. Precinta esa vida y encierrala para siempre en un rincón de tu alma y de ese sitio al que llamas hogar; tal vez, el polvo pueda hacer mucho más para borrar su recuerdo que su simple presencia en ese entorno que consideraste tuyo. Hay tiempos que no vuelven, que se quedar inmersos en un profundo mar de sinsentidos, y otros que cual agujas afiladas se clavan en tu cuerpo cuando menos lo esperas. Pero al fin y al cabo son solo escenas que pasaron, si cierras los ojos desaparecen, y no volverán en un tiempo a hacer daño. Cada vez se perderán un poco más en tu memoria, y la marca que dejaron en ti se irá difuminando poco a poco, y con un poco de suerte, querido amigo, tal vez solo queden en una anécdota que ya no haga daño, por la que ya no sufras. Que triste, hacer que lo que un día fuimos quede solo en algo que nos provoque una timida sonrisa, que nos evoque una añoranza perdida... eso es crecer. Crecer en espíritu, en fuerza, en perseguir lo que somos y lo que en algun momento queremos ser.
Así, yo cerrare esta caja de recuerdos, pintaré una nueva luna en mi noche y vaciaré de sentido todo lo que un día sentí. Volveré a contemplar en mi ausencia las estrellas, perdida en lo que ya no soy y en lo que puedo ser. Cerraré estos ojos cansados de mirar en busca de nada, me embriagaré en el perfume de la noche, buscando con añoranza el olor a dama y azahar, soñando con tenderme en la hierba fresca del olvido y conservando el único recuerdo de la sensación de un abrazo.
Quita el polvo, recoge las malas sensaciones, limpia lo que un día fue puro y sencillo, ordena los pedazos que aún queden de tí, haz volar las dudas, cuelga nuevos recuerdos en ese lugar ahora vacío y por último, escribe un cuento...