martes, 25 de diciembre de 2007

Sangre

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Sangre…roja…El vestido otrora blanco se encontraba teñido por el rojo de su sangre…
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Habían pasado varios meses desde que llegara a ese majestuoso lugar, sin nada más que un vestido raído por el paso del tiempo y una capa gris que solo era capaz de reflejar la tristeza de su alma. Una tristeza que evocaba lo solitario de su camino.

Aún así, aquellas gentes la habían acogido como una más; ofreciéndole un lugar donde dormir, comida y sobre todo, amistad. Muy pronto, empezó a reconocer aquellos parajes como familiares y a sentir un inmenso afecto por las personas que, tan generosamente, la habían hecho formar parte de sus vidas. Durante mucho tiempo pensó que allí estaría segura…pero se equivocaba.

Ahora se encontraba allí, en mitad del campo de batalla en el cual se había convertido el gran patio del palacio que vigilaba la ciudad. Todo eran gritos y dolor, los soldados intentaban retener las hordas de enemigos que luchaban por reducir la última resistencia que quedaba en todo el reino. A lo lejos, podía observar como Jurg embestía impotente con su lanza a uno de esos seres. ¿Acaso no había nada que pudiese detenerlos? Sí, si lo había, y ella era consciente de lo que habría de sacrificar para hacerlo, aunque aún no estaba dispuesta a darlo todo por perdido.

Desde la gran escalinata de acceso a la edificación podía observar en su totalidad el combate. El intrincado recogido de su pelo se hallaba deshecho dejando caer los oscuros cabellos sobre su pálida tez; que acentuaba aún más su blanquecino color gracias al resplandor de los relámpagos. Pareciese como si la propia tormenta que oscurecía el día hubiera esperado a ese mismo instante para desatarse con la mayor furia.

_Esto es un caos…_ pensó, y tras empuñar de nuevo a mizutsuki corrió escalinata abajo en dirección a uno de esos extraños seres que tan bien conocía.

El demonio la miró entonces como burlándole de su presencia. Que equivocado estaba, ella no era un humano cualquiera, ni tan siquiera era humana, pero pronto podría descubrirlo por sí mismo. La primera embestida lo pilló por sorpresa, aunque con torpeza fue capaz de esquivarla. No tuvo tanta suerte con la segunda, un golpe certero de mizutsuki en el pecho hizo que parte de su carne se desgarrara, y que lo que parecía ser una sangre espesa de color azabache empezase a salir a borbotones. El extraño ser parecía no poder salir de su asombro, pero no tardo mucho en reponerse. Atacó entonces con una furia descomunal a la pequeña figura, que con gráciles movimientos empezó a esquivar cada uno de sus golpes. La frustración empezó a dibujarse en el rostro de tan horrenda criatura descentrando por completo su atención. La dama, aprovechó uno de estos quites para herir su costado. La bestia dio entonces un fuerte alarido mientras desesperada intentaba que mizutshuki dejara de hundirse en su cuerpo...

_¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO!!!!!_gritó la Dama.

En ese momento, Jurg se dirigía hacia el demonio con su lanza en las manos; la bestia aprovechando la distracción la empujó entonces con sus garras. Mientras caía al suelo pudo ver como su amigo era estampando contra la muralla por la fuerza descomunal de un golpe de ese ser. El yacía allí, inmóvil… entre tanto su adversario intentaba reponerse del último ataque sufrido.

No podía ser, no era cierto, Jurg no podía estar muerto, no por ayudarla, no en ese momento… pero durante el tiempo que tardó en incorporarse pudo apreciar como el cuerpo de su compañero permanecía inerte junto a la muralla ya casi derruida.

La desesperación y la ira se fundieron entonces en el alma de la dama. Todo en lo que había creído, todo por lo que había luchado, aquel lugar al que empezaba a considerar su hogar, todo estaba siendo destruido por aquellos seres… la gente que conocía, sus amigos, todos estaban luchando, estaban… muriendo. Sí, Jurg había muerto…
¿Qué necesidad había de tanto sufrimiento? ¿Por qué? ¿Por qué tanto dolor, tanta muerte, tanta destrucción…? ¡¡¡¡¡¡¡¿¿POR QUE??!!!!!!!_gritó.

La tierra tembló, en un espasmo que habría hecho que el universo se parara. La tormenta pareció quedarse muda. De píe, en mitad de la batalla, una figura menuda vestida de negro, con la cara empapada en lágrimas, alzó su brazo empuñando a mizutsuki. Entonces, el cielo se abrió, y bajo la luz de un nuevo día, la misma figura pareció ser otra, y su katana quedó envuelta en un extraño halo plateado.

Todo pasó muy rápido, el demonio no tuvo tiempo de reaccionar. Apenas estaba recuperándose de sus heridas cuando se vio sorprendido por la afilada hoja. Su cabeza cayó al suelo en un hueco sonido. Su vida quedó sesgada sin contemplaciones, al igual que lo fuera la de Jurg. Y la oscuridad volvió a hacerse con el lugar.


La lluvia volvía a caer con fuerza mezclándose en el suelo con los cadáveres y la sangre derramada. Los relámpagos iluminaban el patio del palacio, haciendo la escena aún más macabra. De la misma forma, el sonido de los truenos acompasaba el ritmo de los combates que aún se desarrollaban ajenos a lo que había sucedido. Junto a la muralla podía apreciarse como una pequeña figura cobijaba entre sus brazos un cuerpo inmóvil. Su cara se hallaba desencaja, los bordados de su vestimenta pasaban del verde más intenso a un color bañado por la sangre…

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_...umm… ¿Qué ocurre?... ¿donde estoy? _una débil voz la sacó de sus pensamientos.

Allí, en mitad del claro, junto al arroyo, descansaba el guerrero.

_No intentes levantarte_ dijo ella.

Era noche abierta, el bosque estaba lleno de sonidos y una gran luna llena hacía del lugar algo más mágico, si es que eso era posible. La misma luna también permitía ver a través de las aguas como los peces, divertidos, jugaban con las corrientes. La Dama se encontraba recostada al amparo del viejo roble, como tantas otras veces, mientras contemplaba la figura del guerrero, recostado a la orilla del arroyo. Entonces, se levantó y se dirigió hacia el lugar donde se encontraba él. Cuando estuvo a su altura, se sentó a su lado.

_ ¿Donde estoy?_preguntó él.

_ Estás en un lugar seguro. Un lugar donde nada ni nadie puede hacerte daño._contesto ella con una voz tan dulce que hasta el propio bosque hizo un silencio para escuchar.

_ Yo…no…Me atacaron…no pude hacer nada contra esos seres…me hirieron _ replico él, apenas sin poder hablar.

_ No te preocupes, como ya te he dicho, aquí estarás seguro; y tu herida sanará pronto_ dijo ella mostrando una leve sonrisa. En ese instante el guerrero se percató de algo.

_ Tu vestido… ¿está lleno de mi sangre? _ dijo.

Un leve atisbo de tristeza se dibujo en los oscuros ojos de la Dama, pero su rostro no se inmuto mientras decía:

_ Sí, no pasa nada. Otras veces también ha estado manchado de sangre.




Fragmento de Crónicas del Bosque

2 comentarios:

Astinus dijo...

Me ha gustado el episcismo de la escena, la liberación del poder de la espada y demás. Todo con un buen ritmo, dan ganas de leer más... v_v

La parte del bosque... ¿es parte de la historia también? Digo, aunque esté situada en otro momento temporal diferente.

un 10 :D

olecram dijo...

Es diferetene a todos tus escritos. El relato se mueve.
Estupendo , mi parte preferida no obstante es la ultima. Pero me gustaria que escribieras lo que paso antes para complacerme completamente.

Y tambien veremos lo que pasa despues ...